26 de octubre de 2009

No hay nada más valioso que una vida...

Grégoire, es uno de los personajes principales de la novela que estoy leyendo: "Las causas perdidas" de Jean-Christophe Rufin. Está en Etiopía coordinando los trabajos de una ONG europea para luchar contra la hambruna. Después de descubrir los motivos fraudulentos y nefastos del gobierno etíope para apoyar el proyecto y, por otro lado, ver las razones de resistirse a abandonar de los cooperantes, me cuenta la conclusión a la que ha llegado:


- De regreso, en el coche, pensé sobre todo en esta frase: "No hay nada más valioso que una vida." Quizás no me creas, pero tuve una especie de iluminación al subir a la segunda falla. Comprendí que precisamente a causa de esa frase no logro y sin duda no lograré jamás respetar este trabajo. "No hay nada más valioso que una vida" significa que no se debe sacrificar ni una sola vida, es decir, que en el mundo no existe nada en lo que creamos lo suficiente para defenderlo pagando con vidas."No hay nada más valioso que una vida" es el mensaje de una sociedad para la que el valor más elevado es la comida y el mayor drama no tenerla.
¡Ah, somos muy ricos, muy libres y muy felices! Nuestros alimentos no saben a nada, nuestras iglesias están vacías, nuestros tribunales son comprensivos. Preferimos, quizá por primera vez en la historia, la vida material a la vida eterna. En lugar de decir que no creemos en nada y que por eso somos incapaces de justificar la muerte, preferimos glorifcar la vida. "No hay nada más valioso que una vida" ¡Terrorismo! Terrorismo de la vida por encima de todo, que no es en realidad sino la prueba de un gran vacío, de una renuncia a lo que hace el hombre: la elección de un combate y la aceptación de un sacrificio. (...)
- Créanme, cuando escogí este trabajo, esperaba algo distinto de "No hay nada más valioso que una vida". Pero, por desgracia, la verdad es que no soy diferente de los demás. Soy tan incapaz como ellos de creer, de creer de verdad, de creer hasta el extremo de decir: "Ca custa" (cueste lo que cueste). La única diferencia es que yo soy consciente de ello y eso me hace infeliz.
Para hacernos pensar un buen rato...