18 de junio de 2012

Falta de osadía...

Haciendo un tour por los bares gays limeños. Si somos sinceros hay que admitir que entre los bares heterosexuales, gays y lesbianas, donde se liga menos es en los bares lecas, que es así como los llamo.

Cuando vas a un bar gay con tus amigos, sino quieres perderte lo que va a suceder esa noche, es mejor que ni pestañees porque de hacerlo no habrás visto esa mirada furtiva que consigue que veinte segundos después tu amigo tenga la lengua dentro de la boca de otro chico intentando alcanzarle la campanilla. O esa es la sensación que da desde lejos. Vaya lío de envidiada inmediatez que tienen estos tíos, no?

En cambio cuando entras por tercera semana consecutiva al mismo bar de lesbianas tienes ya la clásica sensación de deja vu. Allí están las mismas chicas, en el mismo lugar del bar, tomando las mismas copas y hablando con las mismas amigas. Nada ha cambiado. Nadie ha ligado.

Evidentemente hay leves variantes dependiendo de la ciudad, en Lima se observa más movimiento que en Trujillo; pero la situación normal es desesperante, tanto, que las pocas lesbianas que se deciden a dar el primer paso, que cada vez son más, tienen muchas posibilidades de conseguir a la chica aunque sólo sea por recompensar tanta osadía.

Lo normal es que desde tu puesto de observadora privilegiada veas como una chica mira a otra con cara de querer morderle el labio; pero en lugar de hacérselo saber, cuando detecta la mirada de la otra, ésta gira la cara con disimulo para que su objeto del deseo no se dé cuenta de que le gusta. El problema viene de cuando ves que el otro bando actúa de la misma manera y que esa absurda situación puede perpetuarse hasta el fin de los tiempos.

Cuando te sucedan este tipo de situaciones tienes dos soluciones clásicas: pedirte una copa bien cargada, hacer acopio de valentía y lanzarte al ruedo por si hay suerte; o hacer algo menos doloroso, es decir, pedirle a una amiga que empiece a hablar con la chica que te gusta, como por casualidad, para luego presentártela y tener, como mínimo, un punto de partida.

Por esta razón no es de extrañar ver parejas lesbianas dejar agonizar sus relaciones más allá de lo que es sano. Sólo con recordar las dificultades para encontrar pareja, muchas se contentan con lo que tienen. Pero este es otro tema, los rollos y las rupturas inacabables se las dejo para una nueva entrada.