29 de diciembre de 2008

La paciencia...

Yo me pregunto ¿seré así cuando tenga mis hijos?, espero que no, creo que tengo más paciencia; aunque viendo bien las travesuras que hace mi sobrina jajaja más es para morirse de risa que de cólera.

Mi sobrina de tan solo 3 añitos, imperactiva, gritona y berrinchuda; pero muy cariñosa, bella y llena de cositas ricas que hace que uno se enamore más de esta pequeñita. Saca de quicio a mi hermana Jenny, su mamá. Hace pequeñas travesuras como romper sus juguetes, coger las joyas de mamá, abrir su neceser y desbarajustarlo, vaciar los perfumes, talcos, agua y no sé cuantas cosas más, ah! incluso orinarse fuera de su mini baño, en realidad recién le están enseñando a pedir el baño para hacer sus necesidades y como es muy inteligente no aprende jajaja. Y eso por supuesto a mi hermana la estresa porque tiene que limpiar y arreglar todo una y otra vez. La reprende mañana tarde y noche y esta enana como si nada pasara se pone a cantar “navidad navidad blanca navidad”; pero claro digo yo, sólo tiene 3 años y de todo el enérgico sermón entenderá unas cuantas palabras. Si nosotros que somos grandes no entendemos menos será una pequeña niña. Esta mamá se molesta tanto que hasta me da miedo de hablarle.

Saben, fácil es hablar pero en la práctica ¿es difícil verdad? Bueno hay que pensar cada vez que se quiere reñir a un niño, que hay muchas cosas que las hacen sin pensar y que no saben el por qué de los hechos, pero sobretodo hay que intentar relajarse y pensar cómo hacerle rectificar sus hechos, ya que si se le riñen sin explicarle nada, ellos no saben y se sienten simplemente mal... Tampoco sirven los castigos, gritos y menos levantar la mano, entonces es mejor respirar fuertemente, relajarse, y una vez tranquilo intentar explicarle todo despacio para que lo comprenda.

Probablemente esto sea una muestra retroactiva de la justicia divina, proveniente de los tiempos en que uno mismo era niño y hacíamos exactamente las mismas cosas a nuestros padres. Sacarlos de quicio.

La paciencia me parece una cualidad fundamental para todas las personas. Es la capacidad de saber esperar sin alterarse. La prisa, querer hacer muchas actividades, la competitividad, la intolerancia o pretender que los hijos se adecúen a su modelo, suelen activar la impaciencia y el estrés.


Tener una actitud paciente no está en contradicción con poner límites adecuados, ni tampoco hay que identificarla con inactividad o pasotismo. Conviene no confundirla con “aguantar”, pues cuando aguantamos sucede que no aceptamos determinadas conductas de los hijos y nos vamos “cargando” hasta que “explotamos” y acaban en drama. Como le pasa a mi hermana y creo a todos los padres.

Para no impacientarse es primordial que ustedes como padres comprendan que, aunque los hijos vienen a través de ustedes, ellos necesitan realizar su propio proceso; son niños con intereses, ritmos, capacidades diferentes... A veces se puede comprobar que los problemas no están en los niños sino en los padres que vuelcan en ellos las propias insatisfacciones, miedos o frustraciones.

Se requiere aceptar y querer a los hijos de manera incondicional, cuidarlos, orientarlos y permitir que hagan su camino sin interferirlos, salvo que detecten riesgos.

Para aumentar la paciencia es útil entender que la vida no consiste en hacer muchas cosas e ir acelerado, sino en hacer lo necesario, disfrutar el proceso y no pensar solo en el resultado final.

Además sería bueno que se planteen que los errores de los hijos, que tanto los exasperan, son ingredientes de su aprendizaje; hacen ensayos, “se equivocan” y con ello encuentran las formas más óptimas de resolver sus acciones.

Pueden ayudarse relativizando las cosas; lo que en un momento les parece fundamental, puede pasar a un segundo plano si se presenta otro asunto más sustancial. También es útil dejar “el qué dirán o qué pensarán”, que los descentra y absorbe mucha energía, y poner la atención en lo que precisan ustedes como padres y cada uno de los hijos.

Y lo principal, para ganar en tranquilidad es recomendable: ejercicios de respiración, relajación, visualizaciones o recibir masajes.

Bueno, en ustedes padres está el futuro de un hijo sano, libre, desenvuelto, inteligente y feliz.

Hermana, sería bueno que leyeras lo que acabo de escribir; pero por favor no me pidas cuidar a tu criter, jajaja...

28 de diciembre de 2008

Cebiche, plato irresistible de la comida peruana...


Después de pasar una noche divertida con los amigos en un pub trujillano "Tributo", al siguiente día como todo peruano decidimos cortarla con un seviche y unas cervezas bien heladitas, me fui con unos amigos al balneario de Huanchaco, caminamos y caminamos por la rivera hasta llegar a una cebichería "El Sauco", pedimos el infaltable cebiche para picar y para calmar la sed unas cervezas, y como todavía había hambre entonces algunos pidieron arroz con mariscos, pescado apanado y sudado de pescado.


El ambiente estuvo agradable y la comida regular, conversamos de todo un poco, reímos, cantamos, empezamos a hacer planes para año nuevo, como de que opciones hay o por donde caer para pasar la noche vieja y recibir el nuevo año 2009 y así sucesivamente. Luego de preguntar cuánto estaban las clases de surf y después de comer unas raspadillas enrumbamos a la ciudad de Trujillo.


Pero mientras caminábamos buscando una cebichería pasable para el paladar y para nuestros bolsillos, miraba todos los carteles y publicidades de esta comida tan exquisita y única. Todos sin excepción escriben "cebiche" con C y B siendo la verdadera ortografía "seviche" con S y V.

El plato que lleva este nombre en mi Perú fue declarado por un Decreto Supremo del Instituto Nacional de Cultura como "Patrimonio Cultural de la Nación", al considerársele históricamente uno de los platos principales. El seviche con "S" según una resolución de INC del Perú, publicada en el diario oficial "El Peruano" en el 2004, indica que la ortografía correcta e histórica de este plato típico es con "S" y "V", y no con "C" y "B" como los peruanos estamos acostumbrados a escribirla.

Y por Resolución Ministerial del Ministerio de la Producción, publicada el 18 de septiembre de 2008, se declara el 28 de junio de cada año el "Día del Seviche" a nivel nacional.

Entonces creo yo, que el gobierno debería de publicitar más para que los peruanos sepamos como en realidad debemos de escribir nuestro plato bandera "SEVICHE" y no confundir a los turistas extranjeros y menos a los nacionales.

SEVICHE (según el INC)

A primera vista, los ingredientes parecen austeros: pescado, limón, cebolla, ají, sal. Pero si los combinas con sapiencia y sensibilidad, se pueden convertir en un maravilloso manjar, teñido de peruanidad.

Hay que precisar, sin embargo, que antes de la llegada de los españoles, el pescado recibía más bien el baño de otros frutos, como la maracuyá, el aguaymanto o el tumbo, pues el aporte de la conquista estuvo en el limón, la naranja agria y la cebolla. Eso significa, entre otras cosas, que el seviche que comemos desde hace unos siglos es, en sí, un plato mestizo.

Si no has degustado este plato, que esperas ¿eh?, es como el sushi, crudo; pero con las combinaciones de sus ingredientes queda como un manjar para los dioses... Entonces, ¡provecho señores!

27 de diciembre de 2008

Feliz Navidad y Feliz Año 2009


Que la luz misteriosa que penetra nuestras almas se envuelva de ternura, perdón y alegría quebrantando la razón, tocando las fibras de los hombres del planeta, que se complican sin motivo buscando la explicación de su existencia, solo basta entender que siempre brillan las estrellas en las noches más oscuras, que las montañas más altas nos dan resistencia, las caras de los niños nos invitan a ver y sentir la felicidad y los milagros de Dios, y la Navidad se ancla en los espíritus de todos los hijos del creador con buena voluntad.

¿Saben?, Navidad es la oportunidad para recordar el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, de reflexionar sobre muchas cosas que nos pasan en la vida diaria y principalmente en el acercamiento a nuestras familias... La paz, el amor, la felicidad, la comprensión, la tolerancia y la esperanza sean la tónica del inicio de una buena relación en la familia. Que el amor de Dios ilumine sus corazones y nos permita el renacimiento de mejores días en nuestros hogares.

Que esta Navidad se llene de mucho “Amor” para cada uno de ustedes que disfrutan el estar con sus familiares, que aún con alegrías y penas DIOS los bendiga y los tenga unidos. Y que por la puerta de cada uno de sus hogares permitan entrar la estrella que nos anunció el nacimiento del niñito JESUS para que ilumine cada rincón de sus hogares.

Siempre disfruten de la navidad, que la alegría de estas fiestas se repita todo el año y que Dios ilumine desde el infinito, tu vida. Lo más importante no es recibir el regalo que uno tanto espera sino al contrario dar lo que uno más aprecia y darlo con todo el corazón… Y ojala Jesús siga viviendo en nuestros corazones para que día con día seamos un poco más sensibles a las cosas que pasan contribuyendo a tener un mundo más humanizado.

Hay que darle las gracias a Dios, por habernos dado tantas virtudes y todo lo que necesitamos para vivir y disfrutar de esta vida, simple pero llena de maravillas, aunque nosotros la complicamos.

Que en estas fiestas, la magia sea tu mejor traje, tu sonrisa el mejor regalo, tus ojos el mejor destino, y tu felicidad mi mejor deseo… Feliz Navidad!!!...

Y ahora, cierra los ojos, piensa en todo lo que te hizo sonreír en el año que termina y olvídate de lo demás. Ojala esas sonrisas se multipliquen por 2009… Feliz Año!!!...

20 de diciembre de 2008

O sea, tonta como antónimo de inteligente...

A lo largo de mi vida me han dicho muchas veces que soy inteligente, pues qué bien. Quisiera ser menos inteligente y más lista. Vivir más y pensar menos. La inteligencia, si es que lo es, o el pensar, no conducen a nada bueno. La mente sólo sirve para sembrar dudas cuando las cosas van bien, pero cuando van mal la muy pend... no hace más que hurgar en lo que duele, machacarte constantemente. Parece que el pensamiento sólo se siente a gusto entre el dolor.

A veces uno intenta sumergirse en la vida, dejarse llevar por la corriente del día a día, hacer cosas, muchas cosas, estar constantemente ocupada para no permitir que la mente tome el control. Pero no es más que un autoengaño que, además, no funciona durante mucho tiempo, pues uno es consciente de que ahí debajo siempre se encuentra lo otro, pugnando por salir.

Pensar menos y sentir más, al menos cuando las cosas van bien, o más o menos bien, o simplemente van. Porque ahora también quisiera no sentir. Ni pensar ni sentir. Hibernar sería lo perfecto. Hasta que me despierte mi príncipe con un beso. O criogenizarme hasta que la ciencia descubra un remedio para esto que no sé cómo llamar. O algo... dicen que hay que seguir adelante. Pero nadie me ha dicho cómo. Ni para qué.

Después de los últimos dos meses pensé haber aprendido algo, tal vez haber descubierto la fórmula. De qué sirve, si ahora no me permiten ponerla en práctica. Y ahora he de seguir adelante, pero ¿en qué dirección? y sobre todo, ¿para qué?. Y tras el vislumbre de esperanza vuelve la angustia redoblada. Me faltan las fuerzas para seguir, ni adelante, ni atrás, ni a ningún sitio. Yo, que además de inteligente, era tan independiente. Ja. Sí, sé que me prometí no escribir más este tipo de textos, pero qué puedo hacer si es esto lo que siento. Necesito escribir, aunque sea como desahogo, todo esto es demasiado duro, demasiado fresco y sangrante como para literaturizarlo. Sólo me salen cursiladas. Pero el amor es cursi porque es directo.

Siempre andaba buscándoles los recovecos a las cosas. Siempre la duda, la ironía, ¿la inteligencia? estoy harta de creerme más lista que los demás. De querer hacer las cosas a mi modo, de buscar una solución mejor, más auténtica, más mía. En vez de aceptar que algunas cosas son como son y que, si la gente se dio cuenta de ello hace ya miles de años, por algo será.

Que si, efectivamente, como decía no sé si Rimbaud o uno de estos, qué más da, hay que "reinventar el amor", habrá que hacerlo en el día a día, desde la práctica, y no desde la teoría. Reinventarlo cada día, trabajarlo, cuidarlo, pero no buscar otros modelos, que no dejan de ser plantillas. Recuerdo que hace tiempo leí El árbol de la ciencia, de Pío Baroja. La verdad es que no recuerdo mucho del contenido, pero sé que la primera vez que lo leí no me gustó demasiado, pero después, al repasarlo para selectividad, descubrí de repente el sentido del texto y de la metáfora de origen bíblico que le daba título, (dicho sea de paso, me interesan los textos religiosos porque en ellos reconozco su valor como compendios de sabiduría; ¡cuántas interpretaciones éticas se pueden extraer de la Biblia, por ejemplo!). No digo que mi interpretación sea la correcta, pero yo (que no he leído el Génesis más que superficialmente) la veo clara. Dios prohibió a Adán y Eva comer del fruto del árbol de la ciencia por su propio bien. Y cuando lo probaron fueron expulsados del paraíso, pero en realidad eran ellos mismos quienes se expulsaron, pues habían sido advertidos de las consecuencias de su acto. Quisieron ser como dioses. Quisieron acceder a la ciencia, es decir, al conocimiento, sin saber que por ese camino uno acaba saliendo del paraíso y ya no puede volver.

Cuando uno aprende a pensar por sí mismo y empieza a poner en duda lo que le ha sido dado, difícilmente podrá ser feliz. Al menos eso es lo que ha ocurrido conmigo hasta ahora. Con quien no estoy de acuerdo es con Descartes. Cuando uno piensa, no vive. Vive cuando se deja sentir. Sin embargo, cuando piensa demasiado acaba observando la vida desde fuera, siendo demasiado consciente de ella, algo que no permite disfrutarla. Centrándose en la metavida. Refutando al francés, yo diría: "Sentior, ergo sum; cogito, ergo morior". Y aquí la cosa se complica más, porque yo muchas veces siento que me muero tanto cuando pienso como cuando me dejo sentir. Y sin embargo, intento torpemente salir de ello, ya que lo peor no es morirse: lo peor es estar muriéndose. Porque cuando uno muere deja de sentir (en cierto modo, podríamos decir que al revés también funciona la ecuación). Sin embargo, cuánto duele el proceso. Supongo que de tanta sobrecarga se me acabará necrosando el corazón. Sí, sé que desvarío un poco, si algún lector ha aguantado hasta aquí le pido perdón. En cualquier caso, que nadie se alarme. Si aún consigo hacer juegos de palabras es que no estoy tan mal. Y cuando juzgue que ya no resisto más, lo que haré será darme cabezazos contra la pared hasta quedarme tonta. O sea, tonta como antónimo de inteligente.

Por las calles de Chiclayo...

Presté la laptop de un amigo, y desde mi habitación del hotel donde nos estamos hospedando, estoy escribiendo antes de que por flojera no lo haga, o porque ya estoy a punto de dormirme...

Terminó el primer día de grabación, ya que vine con unos amigos, a la ciudad de la amistad, Chiclayo, para hacer un documental para una ONG que nos contrató.

Fuimos al hotel, me di un duchazo y salí rápido para despegarme del grupo pues había estado todo el santo día con ellos y como que me aburrieron un poco. Necesitaba estar sola.

Caminando por la única avenida principal que conozco, veo el espíritu navideño en casas y tiendas. Muchas personas recién haciendo las compras navideñas, es un loquerío andar por esa avenida, me imagino cómo se pondrá dos días antes del 24 será intransitable y los negocios y centros comerciales abarrotados de gente de todas las clases sociales. Porque si bien es cierto hay recesión, pero creo que para algunas fiestas principales como Semana Santa, Fiestas Patrias, Navidad y Año nuevo, lo poco que tenemos de nuestros ahorros, lo gastamos para disfrutar lo necesario.

Son las siete de la noche, el calor es sofocante. Me detengo en una tienda y compro una botella con agua rehelada, precisa para estas circunstancias porque si compro gaseosa me dará más sed. Como hay tanta gente, me da un poco de temor debido a que los delincuentes están al asecho, merodeando a su presa. Lo único que me preocupa es que roben mi celular, porque dinero no llevo mucho, lo dejé encargado a una amiga y que supongo que ésta aún está en el hotel descansando.

Me tienta un cigarro, pero no veo por ninguna tienda o puesto la marca Kent, para mí son los mejores, es bastante suave y no te deja ese sabor desagradable; pero prefiero no contaminar el ambiente más de lo que está y contaminar menos mis pulmones, por esta noche creo.

Estoy llegando al final de la avenida, bueno no es el final simplemente llego al centro, a la Plaza principal de Chiclayo, bastante iluminada, con parejas, familias y amigos sentados en las muchas bancas puestas estratégicamente para realzar más el diseño urbano.

Una de las bancas está casi vacía, solo hay una persona en ella, me siento y ésta da casi al frente de la Catedral. Miro para un lado y para otro, miro a una persona y a otra, a niños jugar, a muchas señoras entrar a la Catedral, a misa supongo o simplemente a estar unos minutos con Dios. De pronto alguien me habla, era mi vecino de la banca, simplemente para decirme que mi celular estaba sonando, y yo ni me había percatado.

Era una nueva amiga de Lima, nos conocimos por medio de otro amigo cuando salimos los días que estuve por la Capital. Para preguntarme si aún estaba en oferta pasar Año Nuevo en Trujillo, le dije que sí, que incluso se podía quedar en mi casa y ahorrarse el hotel. Conversamos un buen rato recordando los buenos días por Lima. Luego siguió sonando mi celular, algunos teléfonos ni sabía de quienes eran y otros, simplemente no quería contestar.

Al poco tiempo, llegaron mis amigos. No sé cómo me encontraron; pero ni modo. Me uní al grupo y seguí el rumbo de ellos.

18 de diciembre de 2008

Vulnerabilidad?...

En alguna ocasión lo conversé más nunca lo retomé (aunque no encuentro la referencia ahora, igual sólo lo pensé y no llegué a hacerlo) de que, a mi juicio, existen dos formas de pensar: una buena y una mala. ¿Cómo puede uno saber si está pensando bien o mal? muy fácil: la forma de pensar mala se reconoce porque hace daño. Y ¿qué hacer cuando nos damos cuenta de que estamos pensando mal? también es fácil: cambiar de forma de pensar. Por lo menos se ve fácil cuando ya se ha hecho, pero lo importante es saber que esto es factible. Últimamente hay una palabra que aparece con frecuencia en los intercambios de ideas que voy manteniendo con diferentes personas. Creo que en tres o cuatro días he escrito cuatro veces sobre ella. De hecho, en una conversación que tuve esta mañana en un ágora tan inspiradora como en el trabajo, volvió a surgir y fue cuando pensé que tendría que escribir sobre ella. Se trata de la vulnerabilidad. Qué palabra, el caso es que, analizando quién la usa y en qué contextos, he llegado a la conclusión de que estamos tergiversando los sentimientos mediante el lenguaje, estamos dejando que las palabras condicionen nuestra percepción de la realidad. "Vulnerable" significa "susceptible de ser dañado". Para mí, esto es una interpretación parcial y poco optimista de un sentimiento que en sí, me parece enormemente positivo; un sentimiento que yo preferiría denominar "estado de máxima apertura", "de sensibilidad agudizada" o si quieren, "desnudez". Lógicamente, en un estado así también percibimos nuestros miedos. La cuestión es: ¿por qué tenerles miedo a los miedos? ¿No deberíamos simplemente aceptarlos como lo que son y no darles una atención que los alimenta? al fin y al cabo, ¿cuál es realmente el daño que nos pueden hacer cuando estamos seguros de nosotros mismos? como no nos claven un cuchillo (no metafórico)... Espero que se entienda esto que he intentado verbalizar hoy por primera vez, pues hasta esta mañana no era más que una intuición. No lo sé, igual es que me estoy volviendo un tanto rara, pero así es como me siento a pesar de algunos altibajos: en contacto conmigo misma, y me gusta...

La vida es hoy...

Hay etapas en nuestras vidas en las que pensamos que todo está dicho, que todo está escrito, que no hay más que experimentar, que todo está bajo control, que nunca más lloraremos o quizá nunca más sonreiremos; pero la vida es tan sabia, que nos enseña en el camino lo tan equivocados que podemos estar, nos pone nuevas experiencias, nuevas vivencias, nuevas personas, grandes sonrisas y también abundantes lágrimas y saben por qué?, porque aún estamos con vida! y mientras sea así, habrán muchas cosas que compartir, muchas vivencias por las que sonreír, muchas penas que sufrir, pero siempre valdrá la pena vivirlas, porque nos regalaron una mirada, una sonrisa, un gesto, una caricia y lo experimentado en nuestras vidas, servirá tan solo para afrontarlo con serenidad y fortaleza, porque las caídas te enseñan, pero jamás te deben derrotar, siempre habrá un motivo para avanzar, para quererte levantar y sentir que hay un mañana que espera por nosotros con la mejor actitud ante las cosas, porque solo así disfrutaremos de pequeñas dosis de felicidad, porque solo viviendo podremos recordar, añorar. Pues con los años nuestra juventud se va desvaneciendo y solo van quedando los recuerdos, la nostalgia lo q pudimos disfrutar y los que no arriesgaron y decidieron privarse de más, solo les quedará la frustración de no haber entendido q "ésta es la vida" y solo hay que caminar. Muchas lágrimas se quedarán en el intento, pero también valdrán la pena, porque si lloramos es porque hemos sentido, porque fuimos felices, porque en algún momento fuimos merecedores de esa emoción que se siente al entregar todo lo mejor de nosotros y dejarnos llevar.

Que sirva lo vivido como lección de madurar, de pensar mejor las cosas, pero JAMÁS de privarnos de la magia que se siente al soñar, pues solo soñando se lucha, se arriesga y se encuentra lo que siempre quisimos lograr. Que nadie nos robe nuestros sueños, que nadie nos quite la ilusión, que nadie nos diga que no tenemos derecho a vivir esta vida con absoluta convicción, y que a pesar de los fracasos, siempre habrá algo mejor.