8 de junio de 2009

Reencuentro añorante...

No hay que ponerse triste ante una despedida, pues una despedida es necesaria para volver a reencontrarse, y un reencuentro, después de un momento o después de toda una vida, es algo inevitable si somos amigos de verdad. Si fuésemos capaces de saber cuándo y dónde volviésemos a encontrarnos de nuevo, nuestra despedida sería más tierna y nuestros recuerdos de ayer durarían toda una vida. Guardar los mejores, olvidar los demás. Los recuerdos construyen un camino que llega hasta el corazón y logra que a los amigos siempre los sintamos cerca, aunque en realidad estén muy lejos el uno del otro.

Me reencontré con amigos que nunca pensé volver a verlos: Alana (la gestora del reencuentro), Patricia, Natalia, Klaudia, Alicia, Mathias, Marcello, Jorge I, Mauricio, Diego, Carlos y mi entrañable amigo Jorge II… hace unos años trabajamos en una empresa de publicidad en Lima y bueno, de pronto, los dueños decidieron viajar y dejarnos a la deriva, o sea, vendieron todo y fugaron al mundo, ahora solo sabemos que están por Holanda… y bueno, los amigos nos esparcimos por diferentes lugares y trabajos, unos fuera de Perú; Alemania, España e Italia y otros entre Trujillo, Lima, Arequipa y Chiclayo.

El primer día que llegué a lima, fui directo a casa de Alana, iba a quedarme unos días con ella. Llegué y la señorita aún era la bella durmiente, pues previo, se había reencontrado con su familia y al parecer lo había pasado bonito, despertó con una cruda, en realidad yo la desperté, porque sino nunca se hubiese despertado, bueno sí se hubiese despertado, pero no a tiempo para almorzar como habíamos quedado con los amigos. La cruda fue fuerte y la desquitada mejor aún.

Fuimos a almorzar a Astrid & Gaton, ubicado en Miraflores, nice lugar, la comida espectacular, el maitre nos recomendó bueno a parte del infaltable cebiche mixto, anticuchos de pulpo nikkei, lomo de atún asado a la brasa, atún sellado y saltado de rape, vieiras y gambas, todo ligero pero muy bueno, luego pedimos, tiradito fusión y de langostino y salmón, con un buen chupe de langostinos y camarones, para luego pasar a lo criollo, arroz con pato, ají de gallina y causa limeña; obviamente con sus respectivos vino blanco y tinto… no estuvo mal pero me quedo mil veces con la comida marina, para mi paladar es la mejor del mundo… previo a la gran comilona, brindamos con doble pisco sour … luego de haber almorzado tan rico y conversar tan amenamente después de tanto tiempo, decidimos ir a La Punta a bajar la comida caminando casi todos con un porrito y tomándonos fotos en todas las poses posibles, q por cierto, ojalá y Alana las pase a nuestros correos para ver las idioteces que hicimos. La imagen que tengo de ese almuerzo y en La Punta será siempre hermoso y añorante.

Por la noche, ya es otra historia, quisimos ir a gótica pero reventamos en Aura, felizmente sí nos dejaron entrar jaja, bailamos mucho, en pareja, entre hombres, entre mujeres, entre todos; muy buena la música y con las infaltables birras… terminando en casa de Mauricio hasta las últimas consecuencias, o sea, de boleto martes, miércoles y jueves… espectaculares esos días, los mejores en mucho tiempo, tiempo perdido por el trabajo digo, pero ganado a la vez con los amigos reencontrados y ojala sigamos así, hasta que seamos viejitos.

Como cada uno, a estas alturas trabajamos por diferentes ciudades y países, quedamos en que cada junio de cada año nos reuniríamos en el lugar donde nos encontremos. Hicimos un sorteo del lugar del próximo año y nos tocó Alemania, así que empezaremos a ahorrar para hacer ese viaje y reencontrarnos todos nuevamente, sin justificación de nada, prohibido faltar, habrá una multa muy grande. Amigos míos, hasta el otro año, si Dios quiere no?... Ya los extraño… abuuu

Ahora, con los amigos de siempre, en los lugares de siempre y con el ambiente de siempre… otra vez en Trujillo, mi trabajo, mi realidad!.