22 de marzo de 2008

Conozco muchas personas que...

Conozco a una mujer especial que tiene cuarenta años, divorciada, inteligente y atractiva, tiene muchas amigas y a veces, cuando bebe un poco, no puede evitar llorar porque su cuerpo se marchita sin que nadie le preste atención. Se ha encaprichado de un hombre inteligente que es más bueno de lo que él mismo piensa y se empeña en ocultar sus sentimientos y en demostrar lo bien que sabe estar solo, y cuando habla de sí mismo es como si contara anécdotas de algún conocido, pero de vez en cuando tiene detalles que lo delatan. Conozco a otro hombre inteligente, emprendedor y lleno de interés por los demás, que se separó de su mujer (de mutuo acuerdo) porque no conseguían tener hijos y ahora está buscando desesperadamente a alguien que pueda cumplir las funciones de mujer y madre, y tiene tan claro lo que quiere que deja escapar un montón de posibles amistades, relaciones, del mismo modo que ha dejado escapar a la mujer que todavía quiere. También conozco a una mujer especial e inteligente, divorciada y madre de un bello hijo como de diez años, de buenos modales, de sonrisa encantadora y un brillo que arde en el fondo de sus ojos y desmiente todo lo demás, cuya sonrisa podría hacer feliz a cualquiera, y cuya actual pareja, bien parecido supongo, la adora, pero a veces ella siente que en tanta perfección falta algo, que sin romanticismo su vida no es plena. Debería mirarse al espejo cuando sonríe. Eso creo, aunque no la conozco muy bien. Sé de una joven atractiva que parece aburrida de todo, pero que se ilumina cuando la mira algún hombre que no sea su novio, que, por cierto, es un tipo estupendo, y cuando él habla de la posibilidad de tener hijos ella mira hacia otro lado. Del mismo modo, sé de una pareja, los dos son jóvenes, guapos, atractivos, inteligentes, interesantes y son felices juntos excepto cuando los asaltan las dudas, cuando ella no está segura de cuánto está dispuesto a poner él, cuando él habla de irse y no parece incluirla en sus planes. Conozco a una pareja de recién casados, ambos emprendedores e inteligentes, desde hace poco están en un negocio que tiene que ver con vitaminas, energéticos y cosas de esas para bajar de peso. Y les esta yendo muy bien, están felices, sobre todo la mujer, porque así no dependerá de su esposo. Conozco a un montón de gente maravillosa que, sin embargo, está perdida. Y es que cuando nos dieron la vida, venía sin manual de instrucciones.

Aunque ando más serena últimamente, sigo con bastante inestabilidad, dejándome poseer por las emociones en mayor grado del que probablemente debería. A veces lo que siento me retrotrae a los quince o dieciséis años, aquella época en la que, aunque no me daba cuenta y probablemente yo misma lo hubiera negado, era tan inocente. Sin embargo, algo debía de haber que no funcionaba cuando en pocos años me fui volviendo fresca y desconfiada, me fui construyendo un caparazón de conceptos que me protegieran de un mundo que, no sé muy bien por qué, me dolía. Sí, en muchos casos lo que me pasa ahora me recuerda a lo que me pasaba entonces. Con la diferencia de que ahora no tengo miedo de mis sentimientos y no creo que necesite recurrir a la coraza de antes. Pero reconozco que, como decía en la entrada anterior, comienzo a estar cansada de tanto pensar y sentir y me apetece una tregua...

Situaciones que se repiten. De los quince, de los dieciocho, de los veintipocos años. De cuando vivía en Lima. La ilusión de grabar en televisión. Volver a casa paladeando las sensaciones del día. El flechazo de una sonrisa linda o una mirada franca. La agridulce incertidumbre con respecto a ese chico recién conocido. La necesidad de reconocimiento. ¿Qué querrá decir todo esto?.

Incluso me acuerdo de situaciones concretas. El otro día, recordé aquel sábado que mi madre cerró la puerta con llave aún siendo temprano, a modo de castigo, para no dejarme ir a Huanchaco aquella noche (ya estaba saliendo con Jimmie, debía de tener quince o dieciséis años), y yo salí por la casa de mi tía Olga (costado de mi casa), y al bajar con mi mochila y mi pelota de baloncesto me encontré a mi madre en la calle esperando que saliera. Y ya se imaginan lo que pasó luego, sino se imaginan mejor, porque a mi sí me dolió…

Y hablando de Huanchaco, el domingo pasado, fuimos con Carlos y Kenny a esa playa (tengo muy lindos recuerdos de ese lugar), y pensé en pasar la voz a la gente: Lucia y su esposo Johan, Paty, Susana y su enamorado Jorge, y Kora; amigas del colegio que nuevamente estamos retomando la amistad todo por un negocio, y que hasta ahora, por incumplimiento de una tipa, no despega. Su!, ¿en los pocos meses que hace que te conozco van por lo menos tres veces que te jodo a tu móvil?, y era un poco tarde verdad!, bueno lo que pasa es que a veces sufro de aburrimiento e insomnio. De verdad, ya no te molestaré, por lo menos no tarde,... Karen dice que Carlita tiene razón, pero que justamente eso es una característica positiva, que tengo mucha facilidad para ver lo bueno de las personas. Salvando las distancias, es como en una película, creo que era El sexto sentido: cuando uno tiene un don, tiene que aprender a utilizarlo. Pues, si lo mío es un don, supongo que a veces se me escapa de las manos. Pero quiero creer que lo llevo cada vez mejor. Supongo que se trata "simplemente" de actuar sin ansiedad, sin prisa, para no confundir las cosas. De dejar que éstas se desarrollen a su ritmo y sean lo que hayan de ser.

Bueno, hay otras cuestiones que me gustaría comentar, pero he quedado con mi amore en ir al cine y ver alguna de las tantas comerciales que llegan, porque respecto al cine independiente que bien podrían ser las mejores, vienen muy pocas por no decir casi ninguna.