18 de marzo de 2010

Hay esperanzas...

Luego de 2 años que regreso a Cascas, la ciudad del vino y la uva, la ciudad del sol, etc. Pero más que ciudad parece un pueblo, una comuna o una comarca. No parece la capital de una provincia.

Lo básico de ropa a la mochila y lo mismo con mi neceser. Enrumbé a la agencia Tour Cascas y compré mi pasaje, aunque tuve que esperar una hora y media porque no sabía los horarios de salida a Cascas.

Decepción total y conformismo por parte mía y de las demás personas, ¿por qué? Porque el bus que nos transportaría estaba sucio, los asientos no tenían cinturones de seguridad, algunos ni se reclinaban y ciertas ventanas ni podían abrirse. Las llantas estaban gastadas. En conclusión, el bus era reviejo; pero gracias a Dios llegamos bien. Aunque a veces pensaba, “si así está por fuera, cómo estará por dentro: el motor, los frenos, los cambios, la dirección, etc.; qué miedo, ¿verdad?

Los primeros quince minutos viajé con el asiento de mi costado libre; pero luego en una parada obligatoria que hacen los buses, la gente empezó a subir y a llenar el bus. Algunas personas ya habían adquirido sus pasajes, mientras que otros buscaban asientos vacíos (la informalidad en mi país es muy grande y es uno de las tantos problemas del Perú)… de pronto una señora de unos 50 años aproximadamente, delgada, de tez blanca pero bronceada por el sol, me pregunta: “señorita, ¿está ocupado este asiento?, la miro por unos segundos y dándole pase para que entrara le digo, “está libre señora”.

De pronto nos pusimos a conversar durante todo el viaje, que duró aproximadamente dos horas y media… la señora se llamaba VM, es casquina como yo. Cuando tenía 24 años, hizo un viaje a la ciudad blanca, Arequipa, se enamoró de un cusqueño, se casó y fue a vivir a Sicuani, Cusco. Tuvo cinco hijos y con su esposo estuvieron trabajando en la panificadora de su nueva familia, le fue bien por un tiempo; pero como en la mayoría de familias, por las envidias la próspera familia de VM tuvo que salir de Sicuani. Al verse en la nada, tuvieron que regresar a Puente Moreno, Cascas. Ahí se volvieron agricultores, mayormente de arroz. Lucharon por mucho tiempo para darles lo mejor de sus posibilidades a sus hijos. Luego de diez años, su esposo muere de un infarto fulminante. V. por mucho tiempo tuvo que vérselas sola y trabajar más que nunca para su familia, porque sus hijos crecían más al igual que sus necesidades.

Esta señora, volvió a encontrar el amor y de ese nuevo amor tiene dos hijos más. Hace unos años, el mayor de todos dejó de estudiar y prefirió trabajar para de esa manera ayudar a sus hermanas, pues de los siete hijos cinco son mujeres. Su sacrificio valió la pena, porque sus hermanas ya son profesionales y están trabajando, por lo tanto ya están ayudando a su querida y sacrificada madre.

JC trabaja y estudia en la universidad, pronto será un profesional, un ingeniero mecánico. Su madre está más orgullosa que nunca de su querido hijo, de su primogénito. Pues apostó y confió en su hijo quien para nada lo está defraudando.

Al despedirnos, me dio mucho gusto saber y ver que gente tan humilde y tan cerca de nuestra realidad es más peruana que nunca, luchan para salir adelante, se proponen y lo consiguen. Qué lindo ver una realidad tan compleja y tan esperanzadora a la vez.

No todo está perdido. Ese es el Perú profundo. Su gente de alguna u otra manera tratan de salir adelante; pero aún falta el apoyo de nuestras autoridades. Se podría decir que poco a poco el Perú sale adelante y gracias a su pueblo, aunque sería más lindo y efectivo si marcháramos de la mano junto con nuestros representantes.

No todo está perdido, hay esperanzas, sólo hay que perseverar porque el que persevera alcanza.