23 de octubre de 2008
Aún te amo...
Te amo. Lo repito cada día y por amarte sufro, porque ya no siento tu cálida presencia pues ignoro en qué piensas cuando estás lejos y qué hacen tus manos cuando no pueden acariciar las mías. Me enciendo como el sol cuando te miro a través de una foto y lloro como la lluvia desde que te alejaste y todas y mis estrellas se apagan al no poder escuchar más tu voz. Y no me basta recordarte, necesito el apoyo de tu cuerpo, la hondura de tus labios, el fuego de tu instinto. Sufro por estos días que llegan sin traerme tu presencia por esta soledad que me aprisiona. Y me basta saberte viviendo, aunque ya no pueda encontrarte en el clima de mi amor. Nunca me amaste, lo que sentiste fue tan solo un espejo que reflejó una parte del que yo te hice mío. Te amé por todo cuanto amaste, por todo cuanto diste, por lo que olvidaste y recordaste, por lo que gozaste y sufriste, por lo que dijiste y por lo que callaste.